Hoja de Papel en Blanco - Origen Mestizo
- El caminante
- 28 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 jul 2020
Así lo dejó dicho Tochihuitzin
Así lo dejó dicho Coyolchiuhqui
De pronto salimos del sueño
sólo vinimos a soñar
no es cierto, no es cierto
que vinimos a vivir sobre la tierra
Como hierba en primavera es nuestro ser
Nuestro corazón hace nacer
germinan flores de nuestra carne
Algunas abren sus corolas
luego se secan
A sí lo dejó dicho Tochihuitzin
-Cantares mexicanos, 18.391
Recuerdo ese día en el que le pedí permiso a mi madre para trabajar en el circo que había llegado al pueblo. Yo les quería ayudar a tender la carpa o ayudar en algo, pero en realidad mi plan era viajar con ellos, visitar otros sitios.
A la edad de 10 años mi idea era salir del pequeño pueblo de Comalcalco, en el estado de Tabasco y empezar a conocer más allá de mi limitado mundo. Aunque había nacido en la gran metrópoli de la ciudad de México, mis orígenes se remontaban también en Tabasco.
Mi bisabuelo de origen gallego, al llegar de España se casó con una nativa Maya para así poder ser dueño de propiedades aquí en la Nueva España. De alguna manera mi conexión con mi origen maya es mayor que con el español.
Al vivir en Tabasco, crecí en medio de leyendas e historias antiguas de los mayas, narraciones que hablaban del pasado mágico y glorioso de los chontales-mayas. Era común escuchar historias de batallas o de tesoros escondidos en cuevas o pirámides cercanas. Comalcalco es un lugar mágico, rodeado de paradisiaca vegetación y su calor y lluvias constantes hacen que la vegetación siempre este verde y fértil. Muchas de las historias eran contadas en un ambiente casi surreal. Los temas de las historias variaban entre: brujería, fantasmas, espiritismo, milagros religiosos o una mezcla de temas.
En algunas ocasiones junto con mis compañeros dejamos la escuela para visitar las ruinas mayas y así explorar e indagar la veracidad de las historias. La fascinación por seguir esas leyendas no daba otra opción más que no ir a la escuela; caminábamos por horas, atravesando ranchos o veredas, bajo la sombra de los gigantescos arboles de cacao y comiendo mango, plátano o fruta que cogíamos de los árboles. En nuestro recorrido las leyendas eran representadas por nosotros mismos como los personajes principales. Las antiguas ruinas mayas de Comalcalco eran el escenario perfecto, los alrededores estaban llenos de elementos que hacían que nuestra imaginación se alimentara aún más.
El escuchar hablar a niños su dialecto maya-chontal nos hacía sentirnos extraños y en territorio ajeno. Para mí era como vivir un sueño. Mis compañeros y yo explorábamos todo recoveco con la esperanza de encontrar la famosa cueva tapizada de piedras preciosas y que llegaba hasta el mar a varios kilómetros de distancia; nosotros estamos seguros de que encontraríamos el pozo de agua donde los mayas escondieron sus tesoros para que los conquistadores no se los quitaran, encontraríamos esos pasajes y escondites. Las expediciones se volvieron frecuentes, una vez a la semana por cuatro años.
Los fines de semana especialmente los sábados por la tarde la actividad se centraba en la plaza del pueblo. Ahí cada sábado era encontrarse con los amigos y platicar de aventuras o de planes para el futuro. Cuando preguntaban, yo les decía: “mi plan es viajar por el mundo, salir de Tabasco, si es posible salir del país. No me importa si es al sur o al norte. Solo quiero salir y viajar por el mundo.”
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Hoja de Papel en Blanco fue escrito originalmente en inglés como parte de un
proyecto de mi maestría en la primavera del año 2008
Versión en español escrita y traducida por : Fernando Gómez Diaz Durán
Versión en español editada por : Andrea Soler Gómez
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