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Hoja de Papel en Blanco - Arte y Ciencia

  • Foto del escritor: El caminante
    El caminante
  • 13 jul 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 13 jun 2021




En esas fechas, jugar ajedrez,  se intensifico, participe en varios torneos de ajedrez a nivel nacional e hice una breve aparición, con un grupo de ajedrecistas en el canal 11 de televisión del Politécnico, ahí demostramos los beneficios de jugar ajedrez a todo los niveles y edades.  Poco antes de graduarme de preparatoria, en el año de 1978 en el estado de Chihuahua gane el campeonato de ajedrez del Colegio Bachilleres a nivel nacional.


Mis padres me habían dado la libertad de decidir mi camino, por eso estaba muy agradecido con ellos. Mi padre nos recordaba: “la única herencia que van a recibir de mí es su educación; los apoyaré en todo mientras nunca dejen la escuela y terminen una carrera”."Mi madre también me motivaba a que siguiera mis planes y nunca me contradijo.

Aun cuando estuviera lejos de la casa de mis padres, viviendo desde los 13 años en la gran metrópoli de la ciudad de México, siempre busqué regresar a casa al menos una vez al año durante mis vacaciones de verano. El reencuentro con mis hermanos y hermanas era de alegría y felicidad, pero, aun así, sentía que estaba creciendo solo y alejado de mi familia. El camino de vuelta a casa era largo, pero disfrutaba esas 12 horas en los autobuses ADO. En casa no era fácil olvidar los momentos"que pasábamos como hermanos. Aun hoy, no puedo"comprender como mi mamá pudo tener la paciencia para darnos la atención y el cariño"que cada uno de mis tres hermanos y cuatro hermanas requeríamos, más allá de la comida y la ropa que pasaba del mayor al menor."

Por estas experiencias con mis hermanos aprendí a respetar ideas y a tolerar personalidades distintas a una edad muy temprana. Esas vacaciones de verano me servían también para jugar ajedrez, sobre todo con Güicho, con quién pasaba jugando días enteros durante semanas, amaneciéndonos jugando sobre las literas. No sé porque, pero siempre creí que él era mejor jugador que yo, me costaba ganarle unas partidas. Cuando jugaba con mi carnal Güicho sentía como si adivinara mis pensamientos, tenía una manera de anticipar mis jugadas y así evitar que pudiera hacerle daño. Jugar con él era frustrante para mí. Había una especie de comunicación telepática entre nosotros, parecía que nos leíamos la mente.

Cuando Güicho y yo estábamos juntos la gente solía sorprenderse, no sabían quién era quién y aunque soy un año mayor que él algunos pensaban que éramos gemelos, se confundían. Para no equivocarse, la tía Lala nos llamaba:

“Nando-Güicho”, “Güicho –Nando”


Al finalizar cada verano mi camino era regresar a la capital. Mi crecimiento casi sólo en la gran urbe no fue de mucha preocupación porque me mantenía ocupado explorando la ciudad y viajando por otras partes del país.


En ocasiones, el tío Roberto, quien era chofer de la línea de autobuses “Flecha Amarilla” llegaba de sus viajes y me sacaba de la rutina al pedirme que lo acompañara como cobrador de sus rutas por el noreste del país, ¡que recuerdos aquellos!

Si el viaje era con muchas paradas mi función constaba de cobrar el pasaje y asegurarme de que todos los pasajeros trajeran su boleto, por el contrario, en los viajes largos me tocaba viajar abajo durante horas, en lo que era el área de maletas, acondicionado como un dormitorio.


Así es como llegue a conocer más familiares “Durán”, de Aguascalientes y Gómez Palacio.

Aun así, mucho tiempo lo dedicaba a jugar ajedrez y participar en torneos a nivel nacional e internacional, en ellos me tocaba jugar con personas de distintas razas, géneros y culturas. Aprendí a respetar a las personas sin importar su origen o status socio económico y me ayudo a crecer sin inhibiciones hacia otros; no me intimidaba jugar con personas mayores y más experimentadas que yo, al contrario, me motivaba más.

Una vez terminados mis estudios de preparatoria, creía estar listo para la universidad; escogí ir a la hermosa ciudad de Xalapa, capital de Veracruz, por su reconocida facultad de Psicología en la Universidad Veracruzana, pero lamentablemente debido a las clases que tuve que repetir tenía que esperar seis meses antes de iniciar mis cursos universitarios.

Una vez que terminé la prepa en febrero de 1979, mi pasión por el juego de ajedrez disminuyó. De acuerdo a mi manera de pensar había logrado mi objetivo jugando ajedrez al haber ganado el torneo a nivel nacional.

Mi meta ahora era prepararme para asistir a la universidad y decidí no jugar más en torneos de ajedrez.

Al saber esto, mi padre un día se me acercó y me preguntó:

- ¿por qué no quieres seguir jugando ajedrez?

-ya sé lo que se requiere para llegar a la cima y ser el mejor, pero ahora quiero explorar más opciones. Esa fue mi respuesta.

Esta decisión de no seguir jugando torneos de ajedrez fue basada en la influencia de quien fue mi mentor y tutor, pues durante las sesiones de práctica con el señor Calderón, me dijo:

- “tú puedes llegar a ser el mejor ajedrecista si te lo propones, pero también puedes ser una persona con estudios y una carrera profesional y ser buen jugador de ajedrez al mismo tiempo”

Mi objetivo cambio a promover el juego de ajedrez y terminar una carrera universitaria.

A seis meses de iniciar mis estudios en Xalapa decido visitar a mi tío Mauro y su esposa, mi tía Martha, con quien había estado viviendo poco antes de terminar la preparatoria. Él, en ese entonces, trabajaba como celador de aduanas en la fronteriza ciudad de Reynosa en Tamaulipas.

Tarde varios días para llegar a Reynosa.

Mi idea de viajar sin dinero, irme de aventón y con mochila en mano fue toda una experiencia inolvidable. En ese trayecto conocí lo bueno, lo malo y lo depravado de la gente. Solo tenía suficiente dinero para el boleto del tren hasta Querétaro donde tuve que pasar la noche en la estación.

Por la mañana inicie mi peregrinaje por la carretera pidiendo aventón, fue así como llegue a Irapuato donde trasnoche en una casa donde me invitaron a dormir, a cenar y desayunar; antes de partir de esa casa la señora que me atendió me dio dinero para el pasaje de autobús para llegar a Reynosa.

Agradecí su gesto, me fui caminando y ya alejado de la casa guarde el dinero en mi bolsillo y me pare en el entronque de la carretera a seguir pidiendo aventón. Un señor en una camioneta me llevo hasta San Juan de Los Lagos donde me quede esperando aventón cerca de un crucero de tren, se me acercaron unos soldados para interrogarme; creo que mi facha con barba, pelo largo, mochila a la espalda y huaraches no les cuadraba mucho. Ya cerca de mí se percataron que traía una funda de cuero para cargador de balas, les expliqué que mi tío era celador y les mostré que solo la utilizaba para guardar lápices y plumas.

Los soldados se alejaron sin mayores incidentes y me desearon suerte. Un chofer de una pipa que cargaba gasolina se detuvo y se ofreció llevarme.

Para mi fortuna su destino era la refinería en Reynosa. Con su compañía y su plática el trayecto fue más agradable y más aún cuando entrada la tarde, cerca del territorio de Tamaulipas se detuvo y me invito a comer.


El restaurante estaba sobre la carretera y parecía que era exclusivo de traileros. En ese paradero se sentía mucho calor a pesar de que el viento soplaba fuerte, arrastrando ramas por todos lados, y el polvo parecía estar en todos lados incluso dentro del restaurante; ahí creo haber comido el bistec ranchero más rico me haya probado en mi vida.

La siguiente parada fue la refinería de Reynosa en la colonia petrolera.

La casa de mi tío Mauro y tía Marta estaba ubicada a espaldas de la refinería así que solo me tomo unos pasos llegar ahí. Mi intención en Reynosa era solo estudiar inglés por el tiempo que necesitara antes de regresarme a Xalapa para mis estudios universitarios. Con la ayuda de mis tíos cruzaba caminando el puente internacional todos los días para mis clases de inglés en una escuelita privada.


Una de las maestras de mis clases de inglés era estudiante de la universidad Panamericana. Al saber esto, quienes estábamos aprendiendo inglés le insistimos en querer conocer la universidad en donde ella estudiaba. Asi es como organizó una visita al campus de la universidad a la cual orgullosamente llamaba “mi escuela” Durante la visita a la universidad, yo me quede muy impresionado con los edificios, su estilo arquitectónico y todo a su alrededor. El deseo de querer estudiar en esta universidad se me vino a la mente. Sin pensar en que trabas me encontraría, mi idea ya estaba decidida. Las posibilidades de estudiar en universidad americana estaban cerca de realizarse. Para asegurar más mis opciones de enrollarme decidí tomar cursos de inglés en un curso especializado para estudiantes extranjeros ahí mismo en la universidad. El objetivo de este curso era preparar a los estudiantes a pasar el examen TOFEL requerido para poder entrar a la universidad como estudiante extranjero. Después de más de cuatro semanas de clases intensivas de preparación para el examen TOEFL se presentó la oportunidad de tomar el examen. Para mi mala fortuna reprobé el examen y con eso mi regreso a la ciudad de México estaba asegurado. Mi plan de iniciar mis estudios universitarios en la Universidad Veracruzana en la facultad de Psicología en Xalapa seguía en pie. No tenía más de una semana que había regresado a la ciudad de México cuando le comunico a mi mamá mi decisión de regresarme a Reynosa e intentar nuevamente pasar el examen TOEFL. Esta vez mi madre se preocupaba de no podía apoyarme por las dificultades para costearme los gastos del viaje y los otros gastos que esto implicaría. Yo solo le dije que “no pido que me des permiso ni que me ayudes, lo único que necesito que me des es tu bendición, es todo”.


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Continua en la pagina titulada: Gracias a la Vida


Hoja de Papel en Blanco fue escrito originalmente en inglés como parte de un

proyecto de mi maestría en la primavera del año 2008

Versión en español escrita y traducida por : Fernando Gómez Diaz Durán

Versión en español editada por : Andrea Soler Gómez

 
 
 

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Mi caminar en la vida me lleva a conocer nuevos caminos. Este sitio estara dedicada a documentar mis encuentros con lugares, eventos, objetos entre otras cosas que se me atraviezan "en el camino".

 

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